sábado, 6 de julio de 2013

JUSTIFICACIÓN POR LA FE SEGUNDA PARTE

"Sabemos que el hombre no es justificado por la obras de la Ley, sino por la fe en Cristo. Así, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley; porque por las obras de la Ley ninguno sera justificado". Gal. 2:16

Pero las buenas obras de la fe entran en el cuadro de nuestra salvación, no como algo hecho para justificarnos, ni como argumento para obtener el favor divino, ni como el precio para pagar el lugar del cielo. Las buenas obras y la obediencia, son el resultado de la relación con dios a través del estudio concienzudo de sus Santa Palabra y buen desarrollo de la fe, que junto con el poder divino actúa en nosotros, y nos prepara para la vida eterna por medio de la justicia perfecta de Cristo, que nos adjudica inmerecidamente en base a nuestra fe.

Para adquirir la maravillosa vestidura blanca que Cristo nos ofrece, hay dos condiciones indispensables a saber:
  1. Reconocer que somos pecadores, indignos e impotentes. Para eso se requiere de una fe viva que es don de Dios. Ef. 2:8; arrepentimiento Hch. 20:20-21; confesión de pecados Pr. 28:13; despojarse del yo y quebrantar el corazón ante el Creador Ap. 3:14-22, para obtener el perdón y permitir la presencia del Espíritu Santo en nosotros.
  2. Debemos apropiarnos por la fe, de la justicia que Cristo quiere imputarnos y luego impartirnos.
Concluimos pues, dice Pablo que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley. Rom. 3:28; pero que por la fe vivimos en la obediencia a la Santa Ley de Dios. Rom 3:31.

Hay dos clases de justicia. La justicia por la cual somos justificados es IMPUTADA, y la justicia por la cual somos santificados es la IMPARTIDA que es la que nos da la idoneidad para entrar al cielo y tiene que ver con el buen desarrollo del carácter de Cristo en nosotros.

A) La justicia por la cual somos justificados nos es IMPUTADA, es decir acreditada a nuestra cuenta con el fin de presentarnos ante el Padre como sin mancha y sin pecado; haciéndonos completos y perfectos en El a la vista del Rey Celestial. Col 2:10. La justificación es un fenómeno instantáneo, pues Dios nos perdona y nos limpia en el momento mismo en que nos arrepentimos, confesamos el pecado y pedimos perdón. 1 Jn. 1:7-9.

1. La justicia imputada es acreditada, adjudicada gratuitamente sin merecerla.
2. La justicia imputada es nuestro derecho para ir al cielo. Es el único merito que podemos invocar
3. Nos justifica, es decir, nos hace justos ante la vista de Dios.
4. La recibimos exclusivamente por la fe, y en forma gratuita e inmerecida cuando aceptamos el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario, quien derramo su sangre para la remisión de nuestros pecados.
"Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don (regalo) de Dios; no por obras para que nadie se glorié" Ef. 2:8-9
"Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús". Rom. 3:24

5. La fe implica, reconocimiento del pecado, arrepentimiento, confesión, conversión y aceptación de Cristo como Salvador. Nos salvamos en base al plan de que si pedimos, recibimos aquello que solicitamos. La fe nos conduce a la santificación, pero su eje poderosos es Cristo y la fe por si sola no es salvadora, es Cristo el Salvador.

B) La justicia por la cual somos santificados, es la IMPARTIDA por Jesús.

1. Nos es IMPARTIDA en un proceso paulatino e interno de crecimiento cristiano cuando comenzamos a dejar el pecado ya regenerar nuestra vida con la ayuda del Espíritu Santo.
2. Es nuestra idoneidad con Cristo, que nos lleva paulatinamente a la transformación del carácter, mediante el crecimiento espiritual y nos da el triunfo sobre las debilidades e imperfecciones. Es un proceso que dura toda la vida, puesto que es la obra diaria de Dios en nosotros y nos lleva a la santificación.
3. La base de la JUSTICIA IMPARTIDA es la fe. Que es el principio activo que nos induce a renunciar al yo y entregarnos enteramente a Dios para que El, viva en nosotros. AUNQUE POR LA JUSTICIA IMPUTADA YA TENEMOS EL DERECHO DE IR AL CIELO, NUESTRO CARÁCTER DEBE SER PERFECCIONADO.

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