domingo, 28 de julio de 2013

CONFESION Y PERDON DE PECADOS

                    BABILONIA Y LA CONFESIÓN Y EL PERDÓN DE LOS PECADOS

El hecho de que la iglesia asevere tener el derecho de perdonar los pecados, induce a los romanistas a sentirse libres para pecar; y el mandamiento de la confesión sin la cual ella no otorga su perdón, tiende a dar mas bríos al mal.  El que se arrodilla ante un hombre caído y le expone en la confesión los pensamientos y deseos secretos de su corazón, rebaja su dignidad y degrada todos los nobles instintos de su alma.  Al descubrir los pecados de su alma un sacerdote mortal, desviado, pecador y demasiado a menudo corrompido por el vino y la impureza, el hombre rebaja el nivel de su carácter y consecuentemente se corrompe.  La idea que tenia de Dios resulta envilecida a semejanza de la humanidad caída, pues el sacerdote hace al papa representante de Dios.  Esta confesión degradante de hombre a hombre, es la fuente secreta de la cual ha brotado gran parte del mal que este corrompiendo al mundo y lo está preparando para la destrucción final.
El advenimiento de la iglesia de Roma al poder, marco el principio de la edad Media.  A medida que crecía su poder, las tinieblas se hacían más densas.  La fe paso de Cristo el verdadero fundamento, al papa de Roma.  En vez de confiar en el Hijo de Dios para obtener el perdón y la salvación eterna, el pueblo recurria al Papa y a los sacerdotes y prelados a quienes invistiera de autoridad. Se le enseñó que el Papa era su mediador terrenal y que nadie podía acercarse a Dios sino por medio de él, y con el transcurrir del tiempo también se les dijo que para los fieles, el Papa ocupaba el lugar de Dios y que por lo tanto debían obedecerle implícitamente.  Pero bìblicamente podemos ver que el único que puede perdonar pecados es el Hijo del Altísimo, como lo encontramos registrado en Lucas 5:20-24; 1Juan 1:7-9; 1:1-2; 1Pedro 2:24; Hch.2:37-38; Colosenses 1:14

Un pecado acariciado es suficiente para degradar el carácter y extraviar a otros. Cualquier habito o practica que pueda inducir a pecar y a traer deshonra sobre Cristo, debe ser desechado cueste lo que cueste.  Lo que deshonra a Dios no puede beneficiar al alma.  La bendición divina no puede acompañar a un hombre que viole los principios éticos, morales y espirituales de la verdadera justicia.

El papa Inocencio III que promulgò la cruzada contra los Valdenses escribiò: El sacerdote ocupa el lugar de Cristo; pues al decir "EGO TE ABSOLVO A PECATIS TUIS" perdona el pecado (cosa que solo Cristo puede hacer) y el sacerdote es por consiguiente Dios en la tierra, porque perdona pecados.  Esto es blasfemia.

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