miércoles, 23 de octubre de 2013

LA SEXTA PLAGA (Tercera parte)

Y vi salir de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas.  Ap.16:13. 

El dragón (El diablo),la bestia (Roma)y el falso profeta (protestantismo apostata) componen la trinidad satánica y son los que dirigen la huestes satánicas a maneras de ranas, pues dan órdenes a los ángeles del diablo para que hagan milagros.  Ap.16:14 y harán señales ante los reyes de la tierra para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.

Cuando el diablo vea que está perdiendo credibilidad porque sus seguidores se están dando cuenta que ellos tienen llagas y enfermedades, que están tomando sangre como de muerto y el sol los quema, y que al otro lado a los hijos de Dios nada les sucede porque ellos si tienen agua potable para beber, no tienen ulceras, no están quemados por el sol y están bien, entonces el diablo mandará a sus ángeles a que vayan a  los reyes de la tierra para que les digan: “miren que estos están bien porque son hijos del diablo, que nos están haciendo daño a nosotros; por causa de ellos es que nos han sobrevenido estas plagas dirán. El Diablo dirá "es que nosotros adoramos solo  a Dios" porque en su fementido engaño Satanás se hará pasar por Dios ante los reyes de la tierra

Mientras duraba el tiempo de gracia, los cegaban los engaños de Satanás y disculpaban su vida de pecado. Los ricos se enorgullecían de su superioridad frente a los menos favorecidos; pero habían logrado sus riquezas, violando la ley de Dios. Habían dejado de dar de comer a los hambrientos, de vestir a los desnudos, de obrar con justicia y de amar la misericordia. Habían tratado de enaltecerse y de obtener el homenaje de sus semejantes, ahora están despojados de cuanto los hacía grandes, y quedan desprovistos de todo sin defensa. Ven con terror la destrucción de los ídolos que reemplazarón a su Creador. Vendieron sus almas por las riquezas y los placeres terrenales y no procuraron hacerse ricos en Dios. El resultado es que sus vidas terminan en fracaso; sus placeres se cambian ahora por amargura y sus tesoros en corrupción. La ganancia de una vida entera les es arrebatada en un momento. Los ricos lamentan la destrucción de sus falsas soberbias , la dispersión de su oro y plata. Pero sus lamentos son sofocados por el temor de que ellos mismos van a perecer con sus ídolos.

Los impíos están llenos de pesar, no por su indiferencia pecaminosa para con Dios y sus semejantes, sino porque Dios ha vencido. Lamentarán el resultado obtenido; pero no se arrepentirán de su maldad. Si pudiesen hacerlo, no dejarían de probar cualquier medio para vencer.


El mundo ve a aquellos de quienes se burlaron y a quienes desearon exterminar, sanos y salvos, entre la pestilencia, las tempestades y los terremotos. El que es fuego consumidor (el Dios Eterno) para los transgresores de su ley (impíos),  es un refugio para su pueblo Santo (Los que guardan la ley de Dios y tienen la fe de Jesús).

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