Y vi salir de
la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta,
tres espíritus inmundos a manera de ranas. Ap.16:13.

El dragón (El diablo),la bestia
(Roma)y el falso profeta (protestantismo apostata) componen la trinidad
satánica y son los que dirigen la huestes satánicas a maneras de ranas, pues dan
órdenes a los ángeles del diablo para que hagan milagros. Ap.16:14 y harán señales
ante los reyes de la tierra para reunirlos a la batalla de aquel gran día del
Dios Todopoderoso.

Cuando el diablo vea que está
perdiendo credibilidad porque sus seguidores se están dando cuenta que ellos
tienen llagas y enfermedades, que están tomando sangre como de muerto y el sol
los quema, y que al otro lado a los hijos de Dios nada les sucede porque ellos
si tienen agua potable para beber, no tienen ulceras, no están quemados por el
sol y están bien, entonces el diablo mandará a sus ángeles a que vayan a los reyes de la tierra para que les digan:
“miren que estos están bien porque son hijos del diablo, que nos están haciendo
daño a nosotros; por causa de ellos es que nos han sobrevenido estas plagas dirán. El Diablo dirá "es que nosotros adoramos solo a Dios" porque en su fementido engaño Satanás se hará pasar por Dios ante los reyes de la
tierra

Mientras duraba el tiempo de
gracia, los cegaban los engaños de Satanás y disculpaban su vida de pecado. Los
ricos se enorgullecían de su superioridad frente a los menos favorecidos; pero
habían logrado sus riquezas, violando la ley de Dios. Habían dejado de dar de
comer a los hambrientos, de vestir a los desnudos, de obrar con justicia y de
amar la misericordia. Habían tratado de enaltecerse y de obtener el homenaje de
sus semejantes, ahora están despojados de cuanto los hacía grandes, y quedan
desprovistos de todo sin defensa. Ven con terror la destrucción de los ídolos
que reemplazarón a su Creador. Vendieron sus almas por las riquezas y los
placeres terrenales y no procuraron hacerse ricos en Dios. El resultado es que
sus vidas terminan en fracaso; sus placeres se cambian ahora por amargura y sus
tesoros en corrupción. La ganancia de una vida entera les es arrebatada en un
momento. Los ricos lamentan la destrucción de sus falsas soberbias , la
dispersión de su oro y plata. Pero sus lamentos son sofocados por el temor de
que ellos mismos van a perecer con sus ídolos.
Los impíos están llenos de pesar,
no por su indiferencia pecaminosa para con Dios y sus semejantes, sino porque
Dios ha vencido. Lamentarán el resultado obtenido; pero no se arrepentirán de su
maldad. Si pudiesen hacerlo, no dejarían de probar cualquier medio para vencer.
El mundo ve a aquellos de
quienes se burlaron y a quienes desearon exterminar, sanos y salvos, entre la pestilencia, las tempestades y los terremotos. El que es fuego consumidor (el Dios Eterno) para los
transgresores de su ley (impíos), es un refugio para su pueblo Santo (Los que guardan la ley de Dios y tienen la fe de Jesús).
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