viernes, 18 de octubre de 2013

LA SEXTA PLAGA. (Primera parte)


El sexto ángel derramò su copa sobre el gran rio Éufrates (Rio Eufrates, símbolo de la población del mundo organizado bajo los gobiernos humanos.); y el agua de este se seco para que fuese preparado el camino de los reyes del oriente. Ap.16:12


Durante la sexta plaga los espíritus de los demonios irán en busca de los reyes de la tierra y por todo el mundo para aprisionar a los hombres con engaños e inducirlos a que se unan a Satanás en su lucha contra el gobierno de Dios. El Espíritu de Dios se está retirando gradualmente del mundo. Satanás también está preparando sus fuerzas del mal, saliendo a los reyes de la tierra en todo el mundo para reunirlos bajo su bandera y prepararlos para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. Ap.16:14
 

El Armagedón se inicia durante la sexta plaga y termina bajo la séptima. Es una batalla frente al bien y el mal; y es un  conflicto entre Dios y Satanás de caracter mundial en el gran dìa del Dios Todopoderoso. En él participan los ángeles caídos y la lucha será dirigida contra los hijos de Dios y determinarà gran persecusión.

El acto del drama milenario de la lucha entre el bien y el mal se describe precisamente bajo la sexta plaga o sea el Armagedón. El profeta Juan viò salir de la boca del dragón (el espiritismo), de la boca de la bestia (el papado) y del falso profeta (el protestantismo apostata); tres espíritus inmundos que son espíritus de demonios los cuales harán grandes señales para engañar.

Las potencias apòstatas (el dragón, que es la misma serpiente antigua, diablo o Satanás, la bestia o sea el mismo romanismo con sus hábitos satánicos y antibíblicos y el protestantismo apòstata) tendrán activa participación en el Armagedón, y los reyes de la tierra también se hallaràn empeñados en la batalla y su actuación determinarà un conflicto de carácter político-militar.


Dos grandes poderes antagónicos se rebelan en la última gran batalla. En un lado está el Creador del cielo y de la tierra, todos los que están a su favor llevan su sello, son obedientes a sus mandamientos. Al otro lado está el príncipe de las tinieblas con los que han preferido la apostasía y la rebelión. Las batallas que se riñen entre los dos ejércitos son tan reales como las que entablan los ejércitos de este mundo, y son destinos eternos los que dependen del resultado del conflicto espiritual y todo el mundo estarà envuelto en este gran conflicto. Debemos estar completamente despiertos como las vírgenes prudentes; el poder del Espíritu Santo debe estar sobre nosotros cada día y nuestra oración y petición debe estar basada en el estudio diario de la Santa Palabra de Dios.

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